lunes, 2 de julio de 2012

¿QUE ES EL ALCOHOLISMO?


El alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva y fatal caracterizada por tolerancia y dependencia física, cambios orgánicos patológicos, o ambos; todo consecuencia directa o indirecta del alcohol ingerido
Ha sido definido con las siguientes características:
  • Los cambios crónicos y progresivos físicos, emocionales y sociales que se desarrollan son acumulativos y progresan si se continúa bebiendo.
  • Tolerancia (adaptación cerebral a la presencia de altas concentraciones de alcohol).
  • Dependencia física (síntomas de abstinencia que ocurren cuando disminuye o cesa el consumo de alcohol).
  • La persona con alcoholismo no puede predecir la duración del episodio o la cantidad que irá a consumir.
  • Los cambios orgánicos patológicos pueden encontrarse en cualquier órgano, pero más a menudo involucra al hígado, cerebro, sistema nervioso periférico y tracto gastrointestinal.
  • El patrón de bebida es generalmente continuo, pero puede ser intermitente con períodos de abstinencia entre los episodios de bebida.
  • Los síntomas ambientales, sociales y emocionales y las consecuencias del alcoholismo resultan del efecto del alcohol sobre la función del cerebro. El grado al cual estos síntomas y signos son considerados patológicos dependerá de las normas culturales de la sociedad, o grupo en que la persona se desenvuelva.

domingo, 1 de julio de 2012

EL ALCOHOLISMO EN LA ADOLESCENCIA


En la actualidad asistimos a una creciente demanda de información sobre los patrones de consumo de alcohol en nuestra sociedad, por la problemática social y personal que plantea. Dentro de estos patrones adquieren una mayor importancia los asociados a las pautas de consumo de la adolescencia y juventud, que va aumentando, tanto en número de bebidas adquiridas, como en el de su graduación alcohólica.

La accesibilidad de los jóvenes a las bebidas alcohólicas es cada vez mayor, a pesar de las prohibiciones impuestas de su venta a menores. La edad media de inicio en el consumo de alcohol entre los escolares, según los datos de la Encuesta sobre Drogas a la Población Escolar 1998 (Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas), es de 13.6 años, y la edad media de inicio de consumo semanal se sitúa en los 14.9 años, según esta fuente las chicas registran mayor prevalencia de consumo de alcohol, aunque en cantidades menores. El 84.2% de los escolares ha consumido alcohol en alguna ocasión y el 43.9% consume al menos una vez a la semana. En cuanto a los episodios de embriaguez el 41% de los escolares se han emborrachado en alguna ocasión y el 23.6% en el último mes.

Un 80% de las muertes registradas entre adolescentes se deben a causas violentas y dentro de ellas las relacionadas con drogas o alcohol representan el 50%, existiendo un mayor porcentaje de suicidios en los adictos a estas sustancias. Además, se consideran los factores familiares de gran importancia en el inicio y curso clínico de la adicción al alcohol y otras drogas, ya que hasta un tercio de los niños tienen su primera oferta de consumo de bebida alcohólica dentro del ambiente familiar, por lo que la implicación de la familia tiene gran importancia en todo programa terapéutico.


martes, 29 de mayo de 2012

CÓMO PODEMOS PREVENIR QUE NUESTROS HIJOS CONSUMAN ALCOHOL






  1. Aprendamos a decir no. Más que un bien le hacemos un daño a nuestros hijos cuando les damos todo lo que quieren. Motivamos el inmediatismo, la falta de esfuerzo y le damos a la satisfacción un papel muy peligroso.
  2. Pongamos límites claros, mediados por el afecto y la argumentación. Expongamos razones que justifiquen las normas, no respondamos simplemente “porque no” o “porque si”.
  3. Seamos consecuentes con normas y castigos. Si decimos “3 días sin Internet” que sean 3 días, no nos dejemos vencer por besos y abrazos manipuladores que nos hagan cambiar de opinión, para que perciban que la responsabilidad y las consecuencias de los actos son asunto serio.
  4. Pongamos sanciones que realmente les hagan percibir que se han equivocado y que eso tiene un precio. No nos excedamos en el castigo y elijamos privarlos o ponerles algo que realmente les afecte. Quitarles el Internet, no darles dinero, ponerles oficios de la casa, serían algunas opciones. Siempre debemos definir el tiempo del castigo (un fin de semana, 3 días, una semana, etc., evitando sobrepasar un mes). Ponerlos sin agresividad.
  5. Conozcamos a nuestros hijos y su entorno. Tengamos teléfonos de los amigos y sus padres. Sepamos a dónde van, con quién salen y qué hacen. Pero tengamos cuidado en no excedernos acosando a nuestro hijo o a sus amigos, la intensión no es entrometerse en las relaciones sino tener información importante.
  6. Si les permitimos salir a fiestas revisemos el estado en que regresan. Discretamente acerquémonos a saludar y percibamos si tienen olor a alcohol o cigarrillo, miremos si sus ojos están rojos o con las pupilas dilatadas, si actúan demasiado acelerados o si por el contrario están torpes y lentos.
  7. Ante el primer evento de embriaguez pongamos sanciones que les permitan apreciar las graves consecuencias de su conducta. La primera vez dará la pauta para que el joven decida si lo hace o no nuevamente. Pero no en el instante de ebriedad, debemos dejar que el efecto del alcohol pase y al día siguiente hablaremos seriamente sobre las consecuencias que esta conducta les ha traído. Pongamos ejemplos de personas que sufren de problemas de alcoholismo y sus consecuencias.
  8. Tengamos cuidado en no reforzar o premiar conductas negativas o adictivas. Evitemos ayudarles a pasar el guayabo con calditos, bebidas hidratantes y/o pastillas. Que sientan “sin anestesia” las consecuencias de su comportamiento.
  9. Supervisemos y controlemos otras conductas potencialmente adictivas como excesos con la Internet, los juegos, la comida, los dulces, etc.
  10. Hablemos con ellos de lo que sentimos, de lo que pensamos, de lo que deseamos, involucrémoslos en nuestra vida y del mismo modo involucrémonos en la de ellos.
  11. Informémonos y divulguemos. Aprendamos sobre diferentes sustancias, sus efectos y consecuencias.
  12. Lleguemos primero… Anticipémonos ante situaciones potencialmente problemáticas.
  13. Hablemos con claridad. Expresemos nuestra postura y expectativas sin usar gritos, sin dar cantaleta y sin agredirlos.
  14. Estimulemos un buen comportamiento, evitando comportarnos obsesivamente y/o compulsivamente, pues estas conductas generan patrones de modelamiento en nuestros hijos y están relacionadas directamente con las adicciones.
  15. Corrijamos malos hábitos y comportamientos, enseñándoles a asumir su responsabilidad.
  16. Evitémosles situaciones de riesgo. (Fiestas, reuniones sin padres a cargo, bares, paseos sin adultos responsables, etc.). Es importante dar libertad con condiciones.
  17. Ofrezcámosles alternativas positivas.
  18. Asignémosles responsabilidades de acuerdo a su edad.
  19. Seamos adultos confiables, no nos horroricemos con lo que nos cuentan y aprovechemos para orientar en el momento justo. Establezcamos redes de apoyo con padres y amigos, denunciemos irregularidades y estemos alerta con conductas potencialmente peligrosas           

COMO ACTUAR SOBRE EL PROBLEMA


Es importante no considerar de forma aislada a los jóvenes del contexto social en que se desenvuelven, sino a ambos conjuntamente, para tener siempre presente los respectivos elementos del sistema: jóvenes, familia, escuela, y barrio o municipio y actuar conjuntamente sobre todos ellos.
Así podíamos considerar diferentes actitudes o pautas de actuación frente al problema, entre los que destacarían:Diseñar programas de educación, en los que se incida no sobre los efectos negativos del consumo alcohólico, sino sobre los efectos positivos del no consumo, este pequeño matiz, haría que las medidas tuvieran una mejor acogida general y una mayor eficacia.
Orientar las actuaciones en el nivel educativo cuestionando y delimitando los efectos positivos del alcohol, que es el conjunto de creencias más desarrollado. Se debe partir de una información realista, que sitúe en su término más justo los "efectos reforzantes" del alcohol, pero que también muestre sus límites. Además existen una serie de creencias erróneas respecto al alcohol (aumento de la potencia sexual, modo de combatir el frío, o como utilidad terapéutica), transmitidas de generación en generación que necesitan ser desmontadas.
  • Desarrollar programas de entrenamiento en habilidades sociales, para actuar principalmente en la preadolescencia, antes de que se instaure el consumo habitual de alcohol, para ayudar a esta población a hacer frente a la enorme presión que el grupo ejerce sobre aquellos que no beben. Para ello se debe formar a profesores del sistema educativo, educadores de calle, animadores sociales, etc.
  • Hay que utilizar medidas eficaces que no tienen porque ser las más costosas. Hacer más baratas las bebidas no alcohólicas, ya que actualmente es más barato consumir una bebida alcohólica que un refresco, así como potenciar bebidas exóticas con menor o nulo contenido alcohólico pero "que entren por los ojos" a los jóvenes.
  • Conseguir imponer líneas de trabajo que logren que la edad de inicio del consumo habitual de alcohol se retrase lo máximo posible, lo cual tendrá una incidencia importante en la prevención de los consumos problemáticos del alcohol.
  • Formular objetivos para evitar la desconexión de los adolescentes de los sistemas de contexto, sobre todo educativo, modificar las creencias de adolescentes y jóvenes sobre el alcohol, trabajando fundamentalmente sobre las motivaciones de consumo, o diseñar estrategias para reducir lo máximo posible el dinero que los jóvenes llevan encima los fines de semana.
  • Actuar sobre los espacios físicos por donde se mueve la juventud, revisando su diseño. Así podemos:
    • Ceder lugares donde creemos espacios lo más parecidos a los bares y ponerlos en manos de grupos o entidades no controlados por la Administración, que les dé más libertad.
    • Estimular programas que comporten la presencia de educadores en lugares que ellos frecuentan.
    • Obligar a los bares a crear espacios alejados de la barra y con un volumen de música reducido que permita la comunicación y la organización de actividades atractivas que concentren el tiempo de ocio y diversión.
  • Incidir en la importancia de la familia como factor regulador del consumo y como medio de información.
Por último, estimular el debate entre las diversas fuerzas políticas para la creación de diversos programas juveniles de control y prevención de las adicciones

lunes, 28 de mayo de 2012

FACTORES QUE PUEDEN PROVOCAR EL CONSUMO DE ALCOHOL

La realidad nos muestra un problema serio de consumo de bebidas alcohólicas en nuestros jóvenes, lo cual no sólo habla de la ineficacia de políticas públicas sino también involucra directamente a la familia. Este consumo de alcohol en adolescentes puede interpretarse como la consecuencia de la interacción de un sinnúmero de factores, entre los que se pueden presentarse:
  • Una relación con los padres basada en excesos, carente de límites. (padres hiper – dadores, dan de todo lo que sus hijos les pidan y lo que no también, intentando cambiar objetos por tiempo y atención para disminuir su propia culpa).
  • Influencia de los medios de comunicación (principalmente Internet) que inducen el consumo de alcohol o enaltecen sus efectos personales y/o sociales.
  • Presión social, caracterizada por influencia de pares para beber.
  • Deseo de aceptación social y pretensiones de madurez.
  • Soledad en el hogar por falta de presencia de los padres por sus obligaciones laborales o sus vidas personales.
  • Depresión, hiperactividad, timidez, conflictos con las figuras de autoridad, traumas, problemas familiares o relacionales, impulsividad, falta de autocontrol, ansiedad.
  • Falta de madurez de estructuras cerebrales.
  • Familiares alcohólicos, principalmente padres o abuelos.
  • Patrones de comportamiento obsesivo compulsivo que dejarán ver a los niños en formación conductas dominadas por la impulsividad y falta de autocontrol.
  • Ambientes hostiles y de riesgo como lugares de consumo (bares, fiestas, “ollas”).
  • Motivar y/o aceptar el consumo de alcohol y otras sustancias adictivas en el núcleo familiar.
  • Falta de seguimiento al comportamiento de los hijos.